Tan sólo una semana después vi a los papás de Soda Stereo. Sí, gracias a Olga y a su hermana fui a ver a los polis ingleses. Estuvo excelente el concierto, a pesar de que no soy fan y tenía mocos hasta en el cebrebro por una gripe de la patada, coree las canciones, brinqué y brinqué y lo disfruté como si fuera fan from hell.
Qué bien se conserva Sting! ahora creo que cuando me case será con alguien que me asegure que va a estar así de sabro a los 56 y yo le prometeré mantenerme a su nivel, de verdad está muy bueno, como su bajo, viejito, un poco gastadón, pero ah qué bien suena todavía, como los buenos vinos, añejo y reposado.
Y aunque los demás no se vean tan bien como él, sí siguen tocando increíble, Andy Summers, toca tan bien que estoy segura que, sí, Cerati quiere ser tan bueno como él y si a papacito Cerati le gritamos maestro, a Summers tenemos que decirle doctor, igual que a Stewart Copeland, quien no sólo es un buen baterista sino que es un excelente percusionista y eso no cualquiera.
Había gente de todas las edades, viejitas animadas, adolescentes con cámara de teléfono en mano, treintañeros, dos ingleses simpáticos e interesantes, que, de no haber ido con la hermana de Olga, seguro terminaban siendo nuestros amigos.
Las nubes me tenían un poco asustada, pero al final sólo fue una falsa alarma de tormenta que quedó en chipi chipi sin importancia después de gritar Do do do, da da da, la emoción de miles era notoria y contagiosa y así siguió durante el resto de la noche, hasta que nos dejaron con las ganas de más.
