miércoles, 17 de octubre de 2007

México-Toronto vía Chicago

En cuanto subí al avión revisé a mis compañeros de vuelo y no había ningún Sawyer con quien desear caer en una isla desierta o ningún Tyler Durden con quien platicar de cosas extrañas como porqué en el tríptico de instrucciones de seguridad las personitas tienen esas caras apasibles, como ya lo hizo alguna vez...
Ya que llegué a mi asiento el vuelo siguió tranquilo a excepción de los constantes eructos de un pseudo-american gordi que, con su enorme humanidad, me bloqueba la vista del atardecer rosa con nubes naranjas; al otro lado del pasillo iba un señor muuuuuuuuy interesante (léase atractivo) con cabello entrecano que no dejó de escribir en su lap y cuando tuvo que apagarla empezó a leer un libro de pasta gruesa y sólo alcancé a ver que el capítulo que leía decía "Create your own silicon valley", qué tal!
Como no podía ver lo que el interesante hombre entrecano escribía y el pseudo-american gordi no me dejaba admirar el atardecer, empecé a leer El huésped de Guadalupe Nettel, aunque de vez en cuando levantaba la vista y veía las estupideces de Mr. Bean en sus vacaciones.
Otra cosa que hizo el vuelo agradable fueron las apariciones de un niño de unos siete años, él estaba sentado tres filas adelante con su mamá, papá y hermana mayor, pero en el asiento adelante del mío estaba su abuela, una señora muy chic por cierto, y el peque iba a verla a cada rato. Linda familia, el nene era tooooodo mi tipo, incluso estuve a punto de ir a hablar con su mamá y hacer un pacto de compañeras de vuelo para apartar a su hijo en matrimonio, jojojojojo.
El vuelo seguía y yo emepecé a pensar en porqué no inventan un material transparente para construir aviones y que así no importe que halla un gordi que no me deje ver, además era desagradable, se metía la mano bajo la camisa para rascarse su abultado vientre, wuack!

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