martes, 5 de agosto de 2008

Por fin

Sí, por fin acabó julio. Raro en mí, amo ese mes, me gusta, siempre me da buenas cosas qué vivir, como las vacaciones de verano y mi cumpleaños. Pero este año, de principio a fin, el mes fue atareado, lleno de preocupaciones, estrés y conflictos; la mamá enfermó, el papá se rompió, con eso me bastaba para el mes, pero nooo, el viernes 25, dos días antes de entrar a los 27, me sucedió una de esas cosas que me suele pasar de vez en cuando, estar en el lugar equivocado a la hora equivocada, francamente ahora prefiero no recordar, sólo diré que fue una situación que me dejó triste, nostálgica, decepcionada, con coraje y talvez hasta un poco de odio, ese día era mucho odio, ya va pasando. Y, aunque yo creía que eso y una falta de llamada, que luego se convirtió en llamada tres segundos antes de que terminara el día, iban a provocar que me la pasara pésimo en mi onomástico, para nada fue así, gracias a la gratísima compañía de mis mejores amigas, los camarones de la comida, mi familia, media loca y enferma, pero completa, un delicioso pastel de galeta oreo (mis favs) y, at last but not least, el fabulosisisisisisimo triunfo de los Pumas ante el Necaxa. Gran partido. Lleno de sol, gritos, aplausos, quemaduras en la piel y cerveza.
El festejo cumpleañero sucedió cinco días después en la Coyoacana (Higuera 14 en el centro de Coyo), ya era agosto, todo salió muy bien, gran compañía, grandes amigos, buenas bebidas, buena música. El octavo mes nunca me ha gustado, pero parece que esta vez cambió sitio con el séptimo.

1 comentario:

pez dijo...

en estos tiempos que corren, estar en el lugar equivocado a la hora equivocada, no es lo que mencionas

sino pregúntale a las víctimas inocentes del narco